lunes, 12 de marzo de 2012

Impuesto a los Combustibles...

Sabías que el Impuesto a los Combustibles sólo afecta a las personas naturales y a las pequeñas empresas?... Sí, porque las grandes empresas recuperan el impuesto a través de su declaración mensual de impuesto al valor agregado...

Además este impuesto, que hoy representa aprox un 11% del ingreso total de las personas, y en particular de la clase más afectada: la clase media, podría rebajarse hasta en un 300% (hoy se sitúa en promedio en unos $205 x litro), si es que todos, incluyendo a las grandes empresas (mineras por ejemplo) también pagaran este impuesto (lo que haría bajar este impuesto a unos $68 x litro aprox).

Incluyo además un interesante artículo de la UAH...
Fuente: http://www.blogeconomia.uahurtado.cl/?p=159


Hay tres argumentos que distintos analistas y parlamentarios han mencionado repetidamente en los medios de comunicación en estos días. El primero, es que mantener la rebaja favorece la recuperación económica que recién está comenzando. Incluso un parlamentario señaló que «Prorrogar la rebaja daría un respiro a los sectores productivos que ocupan este insumo». Este argumento es equivocado. Por un lado, la magnitud de la rebaja tributaria es mínima para el tamaño de la economía como para tener algún impacto en la recuperación de la actividad económica. Por otro lado, y aún más importante, la gasolina no es un insumo productivo importante en ninguna industria. El diesel sí lo es pero tiene una tasa de impuesto mucho menor que las gasolinas y además las empresas reciben un crédito tributario contra IVA por el impuesto pagado así que prácticamente no afecta sus costos.
El segundo argumento es que hay que bajar el impuesto ya que «cuando un país quiere dar un salto hacia el desarrollo, hay que generar los incentivos al sector privado para que sea un motor del crecimiento...». Este es un argumento ideológico y técnicamente equivocado que no se sustenta ni en la teoría económica ni en la evidencia empírica. El consumo del petróleo y sus derivados está asociado a una serie de externalidades negativas. En el caso de las gasolinas, que son utilizadas principalmente por los automóviles, su consumo genera externalidades negativas en forma directa, como la contaminación (Emisiones de dióxido de carbono, óxido de nitrógeno y monóxido de carbono.), y también en forma indirecta, como la congestión y los accidentes de tránsito. Por eso es que es óptimo colocar un impuesto a los combustibles, incluso aunque no se necesite su recaudación. Ello lleva a una mejor asignación de recursos y, por lo tanto, a un mayor crecimiento económico. No poner impuestos a externalidades negativas reduce el crecimiento en vez de aumentarlo. Si el salto al desarrollo dependiera de bajar el impuesto a los combustibles, todos los países lo tendrían en cero hace mucho rato y no es lo que observamos.
Finalmente, el tercer argumento utilizado y lejos el más repetido es el desinteresado y nunca bien ponderado apoyo a la clase media. En palabras de algunos parlamentarios mantener la rebaja «Es una señal clara de apoyo a la clase media» y si no se hace «La clase media y las pymes resultarían afectadas». Los datos en Chile no respaldan ninguna de estas afirmaciones. Si bien los parlamentarios no tienen por qué saber de todos los temas ni menos conocer todos los datos, su responsabilidad es averiguarlos antes de legislar. Incluso tienen suficiente presupuesto para contratar asesores que lo hagan. De lo contrario, las leyes aprobadas en el Congreso tendrán el sesgo de la percepción de la realidad que tengan los parlamentarios, la cual en este caso está bastante distorsionada. En Chile alrededor de un tercio de los hogares tiene automóvil y estos se concentran fuertemente en los hogares de los dos quintiles de más altos ingresos. Eso no es la clase media, es el 20% más rico.
Al considerar quién paga el impuesto a los combustibles, la percepción de algunos parlamentarios sigue siendo equivocada. Una forma de resumir el impacto distributivo de un impuesto es medir su grado de progresividad. Un impuesto progresivo es uno que se paga en mayor proporción en la medida que aumenta el ingreso. Así como el índice de Gini es el más usado para medir desigualdad, el Índice de Suits es el indicador más utilizado para medir la progresividad o regresividad de un impuesto. Este índice varía entre -1 y 1. Si un impuesto es neutral el índice es igual a cero; si el impuesto es progresivo el índice es positivo con un valor máximo de 1; y si el impuesto es regresivo el índice toma valores negativos con un máximo de -1.
El Índice de Suits para el impuesto a los combustibles en Chile era de 0.19 antes de la rebaja del impuesto el año pasado, es decir, es un impuesto progresivo que recae en mayor proporción sobre los hogares de más altos ingresos. La rebaja tributaria hizo que el índice cayera a cerca de 0.16 haciendo que el impuesto sea menos progresivo. En otras palabras, la rebaja tributaria que ahora se pretende extender favoreció en mayor proporción a las personas de ingresos más altos y no a la clase media.
El Congreso tiene independencia para legislar, lo cual es bueno, en especial si los parlamentarios logran mantener su independencia respecto a grupos de presión que defienden intereses corporativos. Sin embargo, los votantes tenemos derecho a exigir a nuestros parlamentarios que hagan bien su trabajo y lo mínimo es que consideren los datos relevantes y decidan informadamente cuando legislen. Si después de considerar los datos e informarse bien aún quieren aprobar una rebaja tributaria que favorece al 20% más rico, dentro del cual están ellos mismos, están en su derecho a hacerlo, pero háganlo de frente al país y no usen a la clase media como excusa.

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